Los astronautas, tras largos períodos en estado de ingravidez en las estaciones orbitales, sufrían pérdida de masa muscular y densidad ósea. Por ello, la NASA, en la década de los 80, comenzó a investigar y dispuso a concurso un proyecto para solucionar estos problemas ya que las pesas convencionales no son efectivas debido a los efectos de la gravedad. El concurso fue ganado por los investigadores del Instituto Karolinska de Estocolmo, Berg y Tesch, que diseñaron una máquina de resistencia inercial, que se asemeja al mecanismo de un yo-yo. Esta tecnología, conocida hoy como Yo-Yo Technology, ofrece una resistencia independientemente de la gravedad mediante el uso de las fuerzas inerciales de una polea-rueda especial. El mecanismo se moviliza en un principio de forma concéntrica y después el cable que se une a la rueda vuelve a la posición inicial enrollándose sobre sí mismo. Este sistema pronto se llevó a deportes que necesitaban amplias resistencias de entrenamiento.

El nombre de estas máquinas se debe a la similitud con el popular juego del yo-yo de los niños, con una cuerda. Se trata de un entrenamiento que genera grandes niveles de tensión muscular (hasta 4000 Nw, dependiendo del ejercicio realizado) con la ventaja de que implica un bajo riesgo de lesión. Además, este dispositivo ha demostrado poder permitir generar una fuerza mayor, tanto en fase excéntrica como en la concéntrica y el pico máximo, que en una prensa de piernas tradicional (Berg y Tesch, 1994). También se observó igual o mayor activación muscular (por medio de RMN) que en una sentadilla clásica (Tesh, 1993). El primer ergómetro, creado a principios de los años 90, fue el press de piernas, donde el deportista está sentado y trabaja fundamentalmente los cuádriceps, produciéndose una mayor activación muscular que en la prensa atlética convencional. La primera máquina Yo-Yo que llegó a nuestro país la trajo la atleta sueca de origen ruso Ludmila Engquist, cuando entrenaba en el CAR de Alfaz del Pi (Alicante). Posteriormente, desde principios de este siglo, las Yo-Yo se han aplicado con gran éxito tanto al entrenamiento, como a la rehabilitación y a la prevención de lesiones. En este sentido, el pionero en nuestro país fue el prestigioso doctor Julio Tous, que revolucionó la preparación del primer equipo del Barça de fútbol, reduciendo drásticamente el porcentaje de lesiones y coincidiendo su trabajo con el mejor rendimiento de los jugadores en la temporada. Recientemente se ha realizado un estudio, becado por la NASA, que ha demostrado las grandes mejoras que provoca trabajar con este tipo de maquinas después de 5 semanas de entrenamiento (2-3 veces por semana) para un total de solo 12 sesiones (Tesh et al, 2001).




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