Dieta y Azúcar: Azúcares añadidos y su relación con el sobrepeso y la obesidad

El sobrepeso y la obesidad se definen como “una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud”.

La causa fundamental del sobrepeso y la obesidad es un desequilibrio energético entre calorías consumidas y gastadas. Los patrones alimentarios  y hábitos de vida en las últimas décadas se han caracterizado por un aumento en la ingesta de alimentos de alto contenido calórico que son ricos en azúcares y grasa; y un descenso en la actividad física debido a la naturaleza cada vez más sedentaria de muchas formas de trabajo, los nuevos modos de transporte y la creciente urbanización.

Este problema no es sólo responsabilidad de la persona de forma individual, también el entorno, el modelo social, la industria alimentaria, incluso las autoridades sanitarias tienen su parte de culpa.

Agentes que intervienen en el control del azúcar

A parte de la actuación en el plano individual  (controlar y limitar la ingesta, aumentar las horas de actividad física, etc.), son necesarias otras estrategias  en el plano social  para hacer frente a las altas cifras de sobrepeso y obesidad.

Por una parte está la concienciación de los consumidores, a través de campañas de información y educación,  para que entiendan que existe una estrecha relación entre los alimentos y la salud.

En otro ámbito de actuación, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad ha presentado el plan de Colaboración para la Mejora de la Composición de los Alimentos y Bebidas, con la intención de que la calidad de los productos procesados y ultraprocesados que podemos encontrar en los mercados sea más cuidadosa con la salud.

En el plan se contempla la reformulación de los ingredientes de muchos alimentos procesados y esta reformulación consiste en mejorar en ellos el contenido de ciertos nutrientes seleccionados (grasas saturadas, grasas trans, sal o azúcares).  Se busca el compromiso de la industria alimentaria para poner a disposición de los ciudadanos más productos con menos sal, menos grasas saturadas o trans y con menos azúcares añadidos. Esto afectaría a más 3.500 productos, que incluye platos preparados, bebidas refrescantes, aperitivos, salsas, cereales de desayuno, galletas y helados, lácteos, derivados cárnicos, zumos de frutas, cremas, pastelería, pan y bollería.

 

 

El azúcar

Con respecto al azúcar, actualmente existe un gran interés y preocupación por el elevado contenido en azúcares de ciertos alimentos y sus posibles efectos sobre la salud cuando se abusa de su consumo. Pero tenemos que diferenciar entre el azúcar que se encuentra naturalmente en los alimentos no procesados como la fructosa de la fruta y las verduras enteras y la lactosa de la leche  (azúcar intrínseco o natural) y los azúcares añadidos.

Azúcares añadidos. ¡Ojo con el etiquetado!

Los azúcares añadidos o libres son los azúcares que se añaden a los alimentos durante su elaboración, preparación o cocinado, así como los presentes de forma natural en miel, jarabes, zumos y concentrados de frutas. Se encuentra mayoritariamente en los alimentos procesados.

Las recomendaciones  de reducción se centran en establecer una cantidad máxima de ingesta de azúcares añadidos más que de azúcares totales.  Pero el azúcar añadido puede venir disfrazado en las etiquetas con multitud  de nombres: sacarosa, sucralosa, jugo de caña, miel de caña, edulcorante de maíz, miel de maíz, dextrosa, fructosa, concentrados de jugo de frutas, glucosa, miel, azúcar invertida, maltosa, melaza, azúcar blanco refinado, molido, en polvo, azúcar moreno: refinado o integral, panela, etc. Podemos sospechar cuando el ingrediente termine en osa o ponga la palabra jarabe.

Asimismo, algunas etiquetas reseñan que el producto no contiene “azúcar refinada”, esto significa que no contiene azúcar blanca, pero no quiere decir que no tenga azúcar.

Los huecos que deja la legislación posibilitan que el etiquetado de los productos sea complicado de descifrar.  El consumidor se puede confundir con los reclamos de algunos productos que se anuncian como light, bajos en azúcar, etc.

Para facilitar la elección y no equivocarnos, podemos llevar una alimentación basada en alimentos frescos, poco o nada procesados.

Otra buena estrategia por parte de los gobiernos para mejorar la calidad de nuestra alimentación podría ser establecer políticas para bajar los precios de los alimentos que se deben consumir (no procesados), aparte de mejorar la calidad de los que no se deben consumir.

 


 

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