Cuando un jugador de fútbol tira a puerta ¿mira sus pies para ver si están bien colocados? Cuando un jugador de baloncesto lanza un triple ¿observa si su muñeca se flexionó adecuadamente? Un nadador ¿se mira constantemente para ver si la alineación de su cuerpo es la correcta?

La respuesta es no. La razón, la propiocepción, aquella habilidad que poseemos que nos permite localizar cualquier parte de nuestro cuerpo, y saber a qué velocidad va y con qué aceleración.

Cuando uno conduce sabe perfectamente cómo se encuentran situados sus pies y en qué momento deben moverse y a qué velocidad. Sin ir más lejos, sabría decir ahora mismo sin mirarlas como se encuentran sus manos.

Esta capacidad se debe a unos receptores que hay en nuestras articulaciones y en nuestra musculatura, que mandan información a nuestro cerebro constantemente para realizar todas aquellas acciones que necesitemos de una forma coordinada y certera.

Pero no solo nos ayuda a realizar estas acciones sino también a protegernos de determinados peligros que impliquen a nuestro sistema osteomuscular, como puede ser el caso de un gesto brusco.

 

Al igual que cuando necesitas hacer una maniobra rápida para evitar un accidente de coche nuestros pies se mueven solos, únicamente pensando en lo que queremos conseguir (no golpear al coche de adelante que se cruzó sin previo aviso), nuestro cuerpo se automatiza para cuando nuestro tobillo llegue a una situación de peligro, como es que se doble demasiado, nuestra mente lo único que piense es en evitar el esguince y nuestro cuerpo lo lleva a cabo de manera automática. Pero al igual que en la conducción, es necesaria práctica para aumentar la habilidad y los “reflejos”. La capacidad desarrollada de nuestro sistema propioceptivo es la que consigue que el esquince no se produzca y haga un buen mecanismo de huida.

Al igual que en este caso en concreto, nuestro sistema actuará igual ante otras circunstancias de peligro, como puede ser un riesgo de rotura fibrilar o una distensión muscular, dando al cuerpo una reacción rápida y efectiva para evitar que se origine la lesión, mediante el conveniente mecanismo.

De esta manera cuanto mayor sea nuestra conciencia corporal y la percepción de nuestro propio cuerpo, aparte de obtener un mayor rendimiento, favoreceremos una práctica deportiva con menor índice de lesión.

Consigue conocer a tu cuerpo, y él te protegerá.




Categorias